Los disturbios de 1894, que se iniciaron en la
Arboleda, se extienden por el centro de la ciudad. La alta burguesía bilbaína va
alejando aún más sus residencias a partir de la primera década del siglo XX hacia
el municipio de Getxo y alrededores, coincidiendo con las áreas vacacionales en
lo que se conocerá ya como Neguri. El aspecto que singularizará más
claramente a Neguri respecto a "las demás promociones residenciales planteadas
en Getxo hasta ese momento era su aspiración de atraer residentes definitivos,
en lugar de veraneantes y visitantes de fín de semana.”
Allí, en Neguri construirán suntuosas mansiones diseñadas por reconocidos
arquitectos, como Ricardo Bastida, Manuel
María Smith o Leonardo Rucabado, envueltos en polémicas estilísticas entre
arquitectura nacional o regional o arquitectura clásica, con mirada complaciente
en los modos de habitar de los ingleses conocidos por las relaciones
comerciales de hierro y carbón.
No se trata de un simple alejamiento de la ciudad tradicional
si no más bien la consolidación y significación de este grupo oligárquico a través
de una identificación territorial, con una sociabilidad exclusiva, pues comparten
centros de relación diferenciados como el Club Marítimo del Abra (1902) o el
club de golf (1911) y exhiben signos de poder y arraigo territorial, donde la
arquitectura jugará un papel fundamental: poder en cuanto a las referencias de
los edificios históricos, al estilo gótico y renacentista, y arraigo
territorial en cuanto a las referencias populares de las casas fuertes o los caseríos
vascos tradicionales.
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