20/7/19

Muere Manu Izagirre


UN HOMBRE TRANQUILO.
Ha muerto Manu Izagirre

Tranquilo y de aspecto de fornido “gladiator” romano. Profundamente reflexivo y  de un gran sentido práctico. Era un técnico especializado pero, en el fondo, era un artesano lúcido y creativo.
Nos acompañó en un gran trayecto de nuestra vida profesional: han pasado más de treinta años cuando nos enseñó la ferrería de El Pobal, aún con el olor  de los rescoldos de fuegos de la última fragua. En Agorregui nos mostró la espectacular ferrería en espera de su restauración. Allí  nos sorprendió con sus ocultos secretos en la antepara del molino
En Cantabria nos ha dejado un legado inolvidable.  Aún recuerdo en aquel viaje  del “Infierno” de Donostia a Santander. El camión abarrotado de los más inverosímiles pertrechos de restos de ferrerías prestados para una  exposición en la Plaza Porticada de Santander. Fue un éxito la exhibición de aquel conglomerado de clavos rojizos con forma de barril hallado en el fondo de la Concha. Compartimos  los trabajos del primer molino de mar restaurado en el país: Santa Olaja en Arnuero, Parque Natural de Santoña. Restauró también el molino de las Mazcuerras  y  participó en la restauración de la ferrería de Cades.
En arqueología submarina y patrimonio marítimo son bien conocidos sus trabajos a nivel internacional. En Cantabria participó en las campañas de exploración de los pecios en San Vicente del Mar con José Luis Casado Soto. También nos ilustró sobre las pinturas de barcos encontradas en el lazareto de Abaño.
Nos acompañó  por toda la geografía del país con aquellas exposiciones itinerantes de los molinos de mar de los años 80 y 90. Aquel hombre tranquilo, era tenaz y practico. Le faltaban palabras y le sobraba una modestia que hería la vanidad de los demás.  Era el que encontraba los secretos ocultos cuando los demás  no veíamos nada. Entre “balsas” y lodos de marismas supo encontrar ruedas de molinos, esqueletos de embarcaciones,  turbinas, anclas…todo un mundo subterráneo de la mar a la que no podía olvidar ni un solo día: por  las mañana se asomaba al pantalán de la Concha  y miraba a lo lejos, hacia el horizonte ¿qué pensaría?
Nunca sabremos agradecerle su impresionante labor científica. Y nosotros la amistad que siempre nos brindó.

Luis Azurmendi y Mª Ángeles Gómez Carballo
Arquitectos
Santander 20 de Julio 2019

6/7/19


La bahía en la memoria.

Jornadas de arquitectura y paisaje
Reportaje y artículo de prensa




Fotos de Juan Mantilla 


Inauguración de las Jornadas en el Colegio Arquitectos
foto COACAN

5/7/19






Publicado Diario Montañes. 5/07/2019


Las Jornadas de Arquitectura y Paisaje, realizadas en el Colegio de Arquitectos y en la Fundación Casyc de Santander ha sido un encuentro entre numerosos artistas, escritores, cineastas, arquitectos y ciudadanos, que han dialogado  sobre la importancia de los paisajes  como patrimonio cultural.
“Esos paisajes, en los siglos XIX y XX, fueron objeto de sublimación estética y símbolo de movimientos ideológicos vinculados al regionalismo y nacionalismo con la exaltación de “lo propio” y tradicional, a nivel regional o nacional 
A lo largo del siglo XX la globalización económica,  los mercados, las comunicaciones y las nuevas tecnologías impusieron otros modelos culturales ajenos a los tradicionales.
Hoy día, en una crisis generalizada, nuevas identidades territoriales son reclamadas por movimientos emergentes. En esta situación las reflexiones sobre el paisaje ayudarán a comprender que la identidad cultural, no es algo inmutable  y exclusivamente heredado por sectores sociales determinados, como tampoco lo es una homogeneización general ajena a la singularidad de los territorios  y sus habitantes”[1].

Las Jornadas comenzaron la sesión Patrimonio oculto donde arquitectura y la arqueología fueron  protagonistas de las comunicaciones y visitas a las obras y excavaciones en torno a la catedral. Intervinieron el arquitecto Clemente Lomba que explicó el proyecto de restauración y los arqueólogos Javier Marcos y Lino Mantecón que mostraron las excavaciones realizadas y sus resultados. El artista Fernando García Valdeón proyectó numerosas obras suyas de elementos patrimoniales de la bahía de Santander

En el apartado de Bahía y montaña descubrimos los sorprendentes paisajes sumergidos de la bahía relatados por del biólogo y director del Museo Marítimo del Cantábrico, Gerardo García Castrillo. El geógrafo Juan Carlos García Codrón describió la formación de la bahía con el resultado de un mosaico de unidades de paisajes consecuencia de la interacción del hombre y la naturaleza. Juan Castanedo Galán nos relató la historia de los astilleros y las flotas que allí se construyeron como fueron los galeones llamados “de la mar océano”,  navíos de protección de la “carrera de indias”. Llamó la atención como desde las tres disciplinas se explicaba la influencia de la geomorfología de los fondos de la bahía en las actividades tradicionales, como la pesca o la navegación.

Pudimos disfrutar también del documental: Montes del Pas. La descripción de los formidables escenarios de las montañas fueron ocasión para que el cineasta Manuel Gutiérrez Aragón, natural de Torrelavega y autor de los textos, recordase vivencias juveniles de aquellas praderías verdes y de  misteriosos bosques cercanos donde se oía susurrar el nombre de “Juanín” y los últimos resistentes. El bosque acompañará con frecuencia  la carrera cinematográfica de Gutiérrez Aragón. Mary Roscales, como antropóloga, con una amplia obra sobre los pasiegos, desentrañó la compleja relación entre sociedad y el paisaje y abordó algunas realidades ecológico-culturales de los pasiegos y la marginación social que sufrieron por haberse desarrollado como grupo social y económico diferenciado entre los de su entorno geográfico, como sucedió con las vaqueiros de alzada en Asturias o los agotes en el País Vasco.
En la sesión de Arte y arquitectura, coordinada por Annibal González de Riancho, se analizó el fenómeno de la arquitectura y arte de carácter regionalista de la mano de Domingo de la Lastra y de Joaquín Martínez Cano, con numerosos ejemplos. Una especial y novedosa intervención fue la descripción que realizó la filóloga María Dolores Cabrero de la mítica, pero poco estudiada, tertulia del Café de Pombo, pintada por el artista cántabro Gutiérrez Solana. Esto retrotraía estas Jornadas polifacéticas a las tertulias de finales del XIX y principios del XX.

En Nuevos paisajes  intervino el arquitecto José Cabrero con una llamada de atención,  en relación a los bienes culturales, de realizar intervenciones respetuosas sin renunciar a las técnicas contemporáneas; la arquitectura podría entenderse como de “buena y mala educación” e ilustró con ejemplos en diversas ciudades. El artista Juan Carlos Fernández Izquierdo proyectó un variado número de instalaciones de videoarte; planteó no solo su valor creativo, sino la función de señalar lugares o edificios que han perdido su memoria patrimonial. El arquitecto Gabriel Ruiz Cabrero partiendo  del puerto de la Roma Imperial de Ostia, hizo una semejanza entre los “puertos ciudad” con las funciones de fachadas y plazas clásicas en otras ciudades.

En cuanto a Paisaje, literatura y arte, el escritor Gonzalo Calcedo nos deleitó con un breve texto sobre las dos orillas de la bahía y sus propias vivencias. De igual manera el artista José Cobo explicó su obra escultórica “los raqueros” y sus relaciones espaciales entre cantil del muelle y horizonte de la bahía. Algunas descripciones literarias de la bahía corrieron a cargo del periodista y escritor Guillermo Balbona quien criticó, además, las consecuencias de una mala política y el poco respeto hacia un patrimonio ya escaso en Santander y al recuerdo de tantos artistas y escritores olvidados.

En la sesión de Memoria de la ciudad el escritor y periodista Jesús Ruiz Mantilla apoyó su intervención en alguna de sus obras, con la descripción de la trágica explosión del buque Machichaco  y el dramático incendio de la ciudad en 1941; fueron acontecimientos vitales en la transformación urbana posterior El arquitecto urbanista Jesús Molinero realizó una disección crítica del crecimiento de la ciudad desde su origen hasta  alcanzar la actualidad resaltando la relación entre conflictividad social y forma de la ciudad.

Finalizaron las Jornadas con la proyección del documental de Mario Camus “La bahía de Santander” (1968). Comenzaba el documental con paisajes de montañas y míticas instalaciones romanas; continuaban imágenes de una bahía de suaves tonos grises que el pintor Pancho Cossío comparaba, mientras pintaba, con veladuras en el arte japonesas. Aparece también el poeta José Hierro que habla de mares y vientos que cambian el semblante del paisaje, como el terrible y hermoso sur causante del trágico incendio de la ciudad.  Después el ritmo musical se encendía en un son para mostrarnos una ciudad bulliciosa y balnearia que pronto era interrumpido con el sonido brusco de grúas, cizallas, y martillos industriales y de astilleros del mundo del trabajo. Otro ritmo pausado  en contrastados blancos y negros como un “elogio de la sombra”[2] recorría calles estrechas, pescadores de rostros endurecidos y perfiles de barcos marineros.
Era una maravilla de documental que el público rompió en aplausos.
La atención se volcó entonces en su autor, Mario Camus que, se inclinó hacia su contertulio y le preguntó algo; éste le explicó que aquellos aplausos se dirigían a él. Alguien le preguntó entonces el origen del documental y qué acogida tuvo en aquellos tiempos.
El autor, tras un silencio, comentó: Hubo una llamada. Esperaba alguna temprana felicitación, pero no. Era una señora malhumorada que me espetó que “eso” no era Santander.  Ese fue el inicio de un pequeño calvario de reproches que duraron años. Así fue como un  documental  que era referencia estética de cielos grises, lluviosos, y de un mundo del trabajo vinculado al mar propio de estas tierras, fue visto como una amenaza que podía malograr  una visión falsa para un turismo mercantilista. El documental no volvió a ver la luz.

Este episodio refleja el sentido de estas Jornadas. En estos días, a través de comunicaciones y coloquios, se trataba de  recuperar la memoria de la bahía y se ha hecho desde diferentes sensibilidades y profesiones. La memoria impregna un carácter propio al territorio y a sus habitantes.  Pero también sucede que una especial caracterización histórica, a veces es sublimada con identidades exageradas y otras, por el contrario, la han forzado al olvido para facilitar un mercantilismo, que ha destruido no pocos patrimonios tradicionales dignos de conservación.


Luis Azurmendi
Santander 1 de Julio de 2019



[1] Texto de la presentación.
[2] Referencia al autor japonés Tanizaki