UN HOMBRE TRANQUILO.
Ha muerto Manu Izagirre
Tranquilo y de aspecto de fornido
“gladiator” romano. Profundamente reflexivo y
de un gran sentido práctico. Era un técnico especializado pero, en el
fondo, era un artesano lúcido y creativo.
Nos acompañó en un gran trayecto
de nuestra vida profesional: han pasado más de treinta años cuando nos enseñó
la ferrería de El Pobal, aún con el olor
de los rescoldos de fuegos de la última fragua. En Agorregui nos mostró
la espectacular ferrería en espera de su restauración. Allí nos sorprendió con sus ocultos secretos en la
antepara del molino
En Cantabria nos ha dejado un
legado inolvidable. Aún recuerdo en
aquel viaje del “Infierno” de Donostia a
Santander. El camión abarrotado de los más inverosímiles pertrechos de restos
de ferrerías prestados para una
exposición en la Plaza Porticada de Santander. Fue un éxito la
exhibición de aquel conglomerado de clavos rojizos con forma de barril hallado
en el fondo de la Concha. Compartimos
los trabajos del primer molino de mar restaurado en el país: Santa Olaja
en Arnuero, Parque Natural de Santoña. Restauró también el molino de las
Mazcuerras y participó en la restauración de la ferrería
de Cades.
En arqueología submarina y
patrimonio marítimo son bien conocidos sus trabajos a nivel internacional. En
Cantabria participó en las campañas de exploración de los pecios en San Vicente
del Mar con José Luis Casado Soto. También nos ilustró sobre las pinturas de
barcos encontradas en el lazareto de Abaño.
Nos acompañó por toda la geografía del país con aquellas
exposiciones itinerantes de los molinos de mar de los años 80 y 90. Aquel hombre
tranquilo, era tenaz y practico. Le faltaban palabras y le sobraba una modestia
que hería la vanidad de los demás. Era
el que encontraba los secretos ocultos cuando los demás no veíamos nada. Entre “balsas” y lodos de
marismas supo encontrar ruedas de molinos, esqueletos de embarcaciones, turbinas, anclas…todo un mundo subterráneo de
la mar a la que no podía olvidar ni un solo día: por las mañana se asomaba al pantalán de la
Concha y miraba a lo lejos, hacia el
horizonte ¿qué pensaría?
Nunca sabremos agradecerle su
impresionante labor científica. Y nosotros la amistad que siempre nos brindó.
Luis Azurmendi y Mª Ángeles Gómez Carballo
Arquitectos
Santander 20 de Julio 2019
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