25/8/19

Aniversario

La antropologa Mary Roscales recuerda la actualidad de la obra de Primo Levi
 Es autora de la investigación sobre este autor publicada por la Universidad de Cantabria

Del artículo del Diario Montañes 

CENTENARIO PRIMO LEVI: LA MEMORIA LITERARIA CONTRA LA SHOÁ
Mary Roscales
Este año se cumplen 100 años del nacimiento de primo Levi (Turín, 1919-1987) y quizás hoy más que nunca se hace necesario traer a la memoria sus versos de “Si esto es un hombre”, recogidos en su obra “A hora incierta”: Pensad que esto ha sucedido: / os encomiendo estas palabras. / Grabadlas en vuestro corazón / al estar en casa, al ir por la calle, / al acostarse, al levantaros: / repetídselas a vuestros hijos/.
Primo Levi que nació en el seno de una familia judía y estudio Química en la Universidad de Turín, fue uno de los pocos sobrevivientes de Auschwitz, campo de concentración al que fue deportado en 1943, en el que millones de prisioneros judíos, gitanos, homosexuales, testigos de Jehová, etc. como él fueron asesinados por los nazis. Tras ser liberado, en 1945, por el Ejército Rojo, regresó a Turín, su ciudad natal, dónde escribió uno de los más extraordinarios testimonios sobre los campos de exterminio. El interés de Levi por dejar constancia del fenómeno de los campos de concentración nazi y de lo allí sucedido, se encuentra recogido en tres libros, que marcarían su obra literaria  Si esto es un hombre (1947), su opera prima, La tregua (1963), donde narra el viaje de retorno a Italia y Los hundidos y los salvados (1986), que se puede considerar un documento científico universal, que parece responder a una posibilidad ontológica, la pregunta sobre el hombre y lo humano. También Levi produjo una novela y varios libros de relatos, como El sistema periódico, donde desde su condición de científico y tomando los veintiún elementos de la tabla periódica, relata su vida. También escribió, entre otros, Lilít y otros relatos, Última Navidad de guerra, Si ahora no ¿Cuándo?, o el último publicado Yo, quien os habla. Conversaciones con Giovani Tesio.
Se puede afirmar que Levi escribió con la autoridad adquirida del testigo vivo y activo de los supervivientes de los campos de concentración. Haber sobrevivido significó para Levi satisfacer una demanda de testimonio, tener que tomar el mal, convertirlo en informe, transmitirlo a los familiares de los muertos y finalmente, dar su expresión definitiva. Es uno de los primeros supervivientes que consiguió extraer de un dolor vivido como inconmensurable, las líneas de una narración que permitiera recordarlo, superarlo, sin apartar la mirada de él. Nunca, por tanto dejo de testimoniar, porque temía que el revisionismo y el negacionismo, ahora tan actual, creciera en Europa, también temía que nadie le creyese cuando narrara sus experiencias, no encontrar las metáforas con las que contar lo indecible, las que representaban sus heridas. Por ello sus memorias y relatos, en el centenario del nacimiento del escritor turinés, en los que se unen tanto la voluntad del narrador sobre su propia experiencia, enriquecida con un acúmulo de conocimientos históricos, relatos escuchados, encuentros con lectores de sus libros, es preciso recordarlas para como él siempre manifestó no se repitan. Para luchar contra la desmemoria.
Siempre escribió desde el deseo expreso de que tan cruento episodio histórico, y sus correspondientes mecanismos de represión y exterminio no volviesen a suceder nunca jamás; si bien Primo Levi tenía sus dudas y reservas al respecto: ¿Hasta que punto ha muerto y no volverá el mundo del campo de concentración así como han muerto la esclavitud o el código de los duelos? Levi tomó la decisión de reflexionar y escribir sus vivencias para advertirnos que algo ha sucedido y, por consiguiente puede volver a suceder: esto es la esencia de lo que tenemos que decir. El pasado no puede convertirse en algo impensable, es una realidad inconcebible que no debemos soslayar e ignorar en el posterior decurso de la historia. Este es el mensaje que Primo Levi nos quiso transmitir, y para ello escribió sus libros.
Los Lager y los restantes campos de concentración, construidos en la, aún cercana, Europa de mediados de este siglo, fueron un aspecto esencial en la culminación de los totalitarismos. Según Levi, sus manifestaciones más monstruosas han sobrevivido, en cierto modo, al hecho de su propia derrota en la Segunda Guerra Mundial: el horror de Hiroshima y Ngasaki, la vergüenza de los Gulag, la inútil y sangrienta campaña de Vietnam, el autogenocidio de Camboya, los desaparecidos de la Argentina. Primo Levi conocedor del efecto destructor de la barbarie de la regímenes totalitarios del siglo XX, y de sus infernales “fábricas de la muerte”, escribía en su poema “El superviviente”: desde entonces, a hora incierta, / aquella pena retorna, / y si no encuentra quien la escuche / el corazón se abrasa en el pecho. Esta era su voz y la de aquellos por los que quiso testimoniar. Las voces y los muertos de entonces y también las voces y los muertos de ahora: del 11S, de Irak, de Sierra Leona, de Afganistán, de Yemen, de Siria. Estas sí, profundas “poéticas del silencio”, en las que se encarnan a sangre y fuego las voces y las cenizas de quienes ya nunca más podrán tener voz. Las voces y las miradas vacías de vida con las que una multitud de víctimas inocentes de la “banalidad del mal” de la barbarie de todos los tiempos, interrogan –quizá inútilmente- a nuestra propia “indiferencia acomodaticia”.
Esperemos que las crónicas de los horrores inherentes a todo sistema totalitario (las de Primo Levi y tantos otros), cualesquiera que sea la modalidad o ropaje ideológico con el que se presenten, no caigan en el olvido, porque ello supondría abrir de nuevo las puertas a la intransigencia, a la negación sistemática de las libertades fundamentales del individuo, a la depuración étnica (de trágica actualidad) y al retorno de una compleja y nefasta red de prácticas que siempre terminan conduciendo a los mismos y semejantes espacios concentracionarios y exterministas de antaño. Territorios de ausencia de piedad, de donde resulta imposible, o sumamente costoso para el ser humano, regresar una vez que se ha tomado el fatídico camino de respaldar, desde la plausibilidad social, la barbarie totalitaria.

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