14/4/13


La “crisis” y el patrimonio.

Lo veíamos venir. Tras la sanidad, la educación, el trabajo y hasta las jubilaciones, el cerco neoliberal ahora se cierne sobre el patrimonio cultural arquitectónico y urbano.

Agotados los territorios periurbanos, y sumidos en una desértica ruina territorial y económica, la codicia se centra ahora en los lugares más privilegiados en los centros de las ciudades.

Aquí venimos citando los casos de Madrid (Manzana Canalejas), Sevilla (Torre Pelli y dragado Guadalquivir), Venecia (Edificios Benetton y Cardín), Santander (Centro Botín) y la lista se generaliza.

Y en todos los casos se justifican las nuevas actuaciones urbanísticas en regenerar la actividad y los puestos de trabajo en esta crisis. Pero todo responde a una privatización global de los recursos públicos y patrimoniales.

Pero, en nuestro país, faltaba un soporte legislativo adecuado. Y ya lo tenemos listo para su aprobación en fechas muy próximas: La nueva Ley de Costas y la Ley de Patrimonio de la Comunidad de Madrid.

La primera, la Ley de Costas, de carácter general, va a permitir una amnistía general para infracciones anteriores y carta blanca para nuevas ocupaciones de marismas, marjales, salinas y al menos 80 m de la franja costera ahora protegida.

El segundo, a modo experimental, significa la rebaja de las condiciones de protección del patrimonio edificado que, junto a una elevada tasa impositiva, hará desocupar de sus actuales habitantes amplias zonas del centro de la ciudad, para albergar funciones de ocio y servicios.

Conclusión: de nuevo se incentiva la ocupación del litoral y la desaparición del patrimonio arquitectónico del centro de la ciudad.

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